Natalia Bojorge.
Artista pintora y tatuadora.
Exploro los mundos donde la naturaleza y el alma se entrelazan.
Soy Natalia Bojorge, nací en Popayán, Cauca, Colombia, en 2001. Mi camino artístico floreció en el corazón del Amazonas, donde viví rodeada por la selva, aprendiendo de las plantas maestras y compartiendo sabiduría con chamanes nativos. Allí descubrí que la pintura era mi lenguaje espiritual, una forma de conectar el alma humana con la voz viva de la Tierra.
Mi arte nace del diálogo entre el espíritu y la naturaleza, de los colores que habitan los sueños y los silencios del bosque. Cada obra es una ofrenda, un rezo visual que busca recordar la unidad entre el cuerpo, la mente y el alma planetaria.
Después de mi experiencia en el Amazonas, emprendí un viaje por Europa, llevando mis pinturas y tatuajes a diferentes festivales y encuentros artísticos. He participado en eventos, y en festivales de arte y música en Alemania, suiza y Suecia, donde compartí mi visión del arte como un camino de sanación y conciencia. Hoy continúo creando desde el corazón, inspirada por los elementos, la transformación y la sabiduría que habita en toda forma de vida. Pinto para recordar que somos naturaleza, espíritu y creación al mismo tiempo.
Además de ser pintora, soy tatuadora, y a través del tatuaje encuentro otra forma de canalizar la energía y la expresión del alma, transformando la piel en un lienzo sagrado donde el arte y la espiritualidad se unen.

“Participar en el Festival Week-end au bord de l’eau fue una experiencia mágica. Rodeada de naturaleza, música y arte, tuve la oportunidad de compartir mi obra, un homenaje a la conexión entre los animales y la tierra. Esta pintura, protagonizada por un jaguar rodeado de vida y color, representa la fuerza del espíritu natural que habita en todos nosotros. Pintar en este entorno fue un recordatorio de la belleza y armonía que florecen cuando el arte se funde con la naturaleza.”

"Pintar allí fue más que crear una obra; fue una ceremonia bajo el sol, una conversación silenciosa con el agua, el viento y la gente que se acercaba a compartir su energía. De esa unión nació un flamenco cósmico, guardián del color y del equilibrio, símbolo de la alegría y la conexión entre culturas. Una reafirmación de que el arte, cuando nace del alma, trasciende fronteras y lenguajes.

Pintar en Suecia fue una experiencia de profunda conexión interior. En medio del verano nórdico, rodeada por la calma del bosque y la brisa del mar de Essvik, sentí que la naturaleza me hablaba en silencio. Cada amanecer era una invitación a plasmar la serenidad, la introspección y la belleza invisible que habita en lo simple. Mi obra, nacida en esos días de luz infinita, representa el diálogo entre el alma y las aves del pensamiento: la libertad, la expansión y la armonía interior. En Suecia comprendí que el arte también puede ser un lenguaje de quietud, una forma de meditación en movimiento, donde cada color respira la esencia del norte y cada trazo es un suspiro del espíritu.

Esta obra nació en el corazón del Amazonas, inspirada por la pureza y la fuerza de la niñez indígena. Pinté a una niña Yagua que conocí entre la selva y los cantos de los guacamayos, símbolo de conexión y sabiduría ancestral. En su mirada descubrí la esencia del bosque: inocencia, poder y espíritu libre. Esta pintura es un tributo a la vida que florece en armonía con la tierra.

Esta pintura nació de una visión durante una ceremonia de ayahuasca en la profundidad de la selva. En medio del canto de los chamanes, el jaguar apareció ante mí, caminando entre la oscuridad y la luz, guardián de los secretos de la selva y símbolo del poder interior. Cada trazo verde y dorado representa la energía viva de la medicina, el espíritu que limpia, enseña y despierta. Pintar esta obra fue como volver a ese espacio sagrado, donde la naturaleza habla y el alma recuerda quién es.

Vivir en el Amazonas transformó mi mirada y mi espíritu. Entre los cantos de la selva y el murmullo de los ríos aprendí a escuchar el lenguaje silencioso de la naturaleza. Los chamanes me guiaron en el camino de las plantas maestras, guardianas de sabiduría y equilibrio, y a través de ellas comprendí que cada hoja, cada animal y cada respiración llevan un mensaje sagrado. La ayahuasca me mostró mundos invisibles, me enseñó a ver con el corazón y a pintar con el alma. Mis obras nacen de esas visiones: de la conexión profunda con los espíritus del bosque, del poder de la medicina y del amor por toda forma de vida. En cada trazo intento honrar a la selva, a sus guardianes y a la energía que me reveló el propósito de crear.

Agradecimiento al Amazonas Gracias, selva sagrada, por abrirme el corazón y mostrarme el camino del arte y la medicina. Por enseñarme a ver con los ojos del alma y a pintar con la energía de la vida. Gracias a los sabios, a los espíritus del bosque, a todos los seres que me guiaron en este viaje de transformación y amor por la naturaleza, y a la comunidad amazónica que me acogió con sabiduría, generosidad y corazón abierto.

El tatuaje es otra forma de arte donde canalizo mi inspiración espiritual y creativa. A través de cada diseño, busco conectar con la esencia de las personas, transformando la piel en un lienzo sagrado donde la energía, la simbología y la belleza se entrelazan. Mis tatuajes combinan elementos surrealistas, naturaleza y espiritualidad, reflejando el mismo lenguaje visual que guía mi pintura: la conexión entre el cuerpo, el alma y la transformación interior.
